Agotados en el confinamiento

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Durante el confinamiento una constante fue la incapacidad para dormir

De forma reparadora, para concentrarnos o la fatiga y cansancio contínuos a pesar de no movernos de nuestro domicilio. 

Cualquier proyecto parecía una obra faraónica imposible de llevar a cabo y acabábamos en pijama, de la cama al sillón y a consumir series enteras de NETFLIX. 

El motivo por el que tuvimos esa fatiga psicológica es múltiple en su origen, desde la preocupación por economía y salud a la privación de libertad y la incertidumbre...pero hay algo que intuíamos al apagar la televisión y dejar de escuchar noticias sobre el coronavirus o el aplanamiento de la curva...era la sobreinformación.

 Desde 1996 se sabe que la sobreinformación en exposición continua como es nuestro caso actual con TV, ordenador, tablet y teléfonos de última generación...genera lo que se ha denominada IFS o síndrome de fatiga informativa, que se caracteriza por generar una incapacidad de análisis, dificultad para el razonamiento o la realización de cualquier tarea que requiera del uso de la voluntad y la concentración.

 La sobreinformación nos dispone como blanco fácil 

para la admisión de ideas sin ningún tipo de filtro, arreactividad frente a eventos y la ausencia de cualquier muestra de oposición frente a lo impuesto encontrándose parcialmente anulada nuestra voluntad.


 

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