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El Camino de Santiago es una mezcla de aventura turístico-deportiva y sentimiento religioso
Todo aquel que lo realiza, una experiencia inolvidable. Este documental muestra toda su historia desde sus orígenes hasta nuestros días.
Todo empezó con el descubrimiento de sepulcro del Apóstol Santiago en el primer tercio del siglo IX.
Esto impulsó a muchos cristianos a peregrinar hasta Compostela, realizando una ruta que hoy conocemos como el camino de santiago.
Para ello era necesaria la construcción de una iglesia que permitiera, por un lado guardar la sagrada tumba del santo, por otro custodiar y honrar sus reliquias y la de sus discípulos Teodoro y Atanasio, y por último acoger una gran cantidad de peregrinos llegados de los reinos peninsulares y del resto de Europa . Sus Artífices pretendían convertir Compostela en un lugar de referencia en lo religioso y en lo artístico, como Roma o Jerusalén.
Fueron los comienzos de una historia fascinante, una fabulosa epopeya llevada a cabo durante siglos, por miles de personas unidas por la devoción a la figura del Apóstol Santiago, en un apartado rincón del Finisterre. Le llamaban Compostela: el campo de las estrellas.
La Catedral de Santiago es el resultado de numerosos cambios, proyectos, obras, remodelaciones, en fin, una dilatada y apasionante creación arquitectónica y artística desarrollada a través de los siglos y de la que hoy podemos disfrutar.
Peregrinos: Séptima parte del documental “Camino de Santiago. El Templo de las estrellas”.
El renacimiento llega a su apogeo en España en el siglo XVI y es evidente que tanto la Catedral de Santiago como su entorno notan su influencia. Es precisamente cuando se construye el nuevo claustro que sustituye al medieval.
También en el Siglo XVI es cuando empieza a coger forma la Plaza del Obradoiro al construirse el Hospital Real para peregrinos y enfermos.
Los Reyes Católicos peregrinan a Compostela, para agradecer al Apóstol Santiago la conquista de Granada. Viendo la gran afluencia de devotos, promueven su construcción. Actualmente, recibe el nombre de Hostal de los Reyes Católicos, siendo uno de los edificios más bellos del renacimiento español.
Una serie de acontecimientos habían provocando una progresiva reducción de peregrinos a Santiago desde el siglo XIV.
La terrorífica peste negra que diezmó la población europea unida al gran cisma que dividió a los católicos en 1378, significaron el comienzo de la crisis. En el siglo XVI la reforma de Lutero provocó un nuevo cisma que afectó de lleno a la peregrinación compostelana, ya que al criticar duramente su práctica, cortó de raíz la devoción jacobea en los países centroeuropeos.
En 1589 el arzobispo Juan de San Clemente advertido de que el pirata Francis Drake, había arrasado A Coruña en respuesta a la fracasada invasión de la Armada Invencible, enterró, en absoluto secreto, las reliquias del Apóstol, tras el altar mayor de la catedral. La desaparición de los restos del Apóstol agravó definitivamente la crisis de la ruta jacobea.
Aunque el Camino de Santiago consiguió recuperar parte de su prestigio en el siglo XVIII, con el gran cambio social del XIX volvió la crisis. Hasta tal punto que el 25 de julio de 1867, apenas 40 peregrinos acudieron a la fiesta del Apóstol.
Pero durante el transcurso de la excavaciones de 1879, el canónigo López Ferreiro halló las reliquias
que durante trescientos años estaban ocultas. El Papa León XIII en 1884, declaró su autenticidad y exhortó a emprender de nuevo las peregrinaciones al sepulcro sagrado.
El documento pontificio resultó fundamental en la revitalización de la fe jacobea. A partir de entonces el aumento de peregrinos hacia la villa compostelana no ha dejado de crecer hasta nuestros días.
La visita de Juan Pablo II y después la de Benedicto XVI en el año santo compostelano de 2010, rodeados de una ferviente multitud de peregrinos venidos de todas partes del mundo, demuestran la magnífica vitalidad que hoy muestra el culto Jacobeo.
Pero a pesar de todos los cambios, la obra de Peláez y Gelmírez, de los maestros Bernardo, Esteban, Mateo y tantos otros sigue inalterable y reconocible. En los espacios de sus naves, columnas, tribunas, capillas y pórticos se conserva el espíritu de todos aquellos que contribuyeron a edificarla.
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